Yo no soy anti-Microsoft
Aunque en ocasiones no nos guste, a lo largo de nuestra vida recibimos apodos y etiquetas que nos designan por algo que somos, pensamos o hacemos de forma sensiblemente distinta a los demás. A veces nos resulta divertido y lo aceptamos de buena gana. Otras, nos resulta especialmente irritante.
Es lo que a mí personalmente me ocurre cada vez que se me pregunta por algo relacionado con programas privativos y otra persona salta con algo del estilo "déjalo estar que este es anti-Microsoft". Y me irrita justamente porque no lo soy ni le deseo ningún mal a la empresa de Redmond. Es más, me sentiría muy feliz si Microsoft comenzara a desarrollar programas libres y duplicara sus beneficios gracias a ello.
Si yo realmente fuera una persona anti-Microsoft actuaría de una una o más de las siguientes formas:
- Distribuiría copias ilegales de programas de Microsoft (Windows, Office, etc).
- Escribiría tutoriales de cómo instalar copias ilegales de programas de Microsoft usando cracks, números de serie falsos, etc.
- Desarrollaría cracks para saltar las protecciones de los programas de Microsoft y los distribuiría como freeware en todas las webs que pudiera.
- Escribiría virus para los programas de Microsoft, cuanto más destructivos mejor.
- Realizaría ataques DoS contra la web de Microsoft.
- Intentaría entrar en los servidores de Microsoft para robar código, introducir puertas traseras en sus productos, etc.
- ... y más cosas que no se me ocurren.
Pero yo no hago nada de eso. Solamente soy un usuario de GNU/Linux que mantiene su sistema libre de programas privativos, que de vez en cuando escribe algún programilla o script y lo libera a la comunidad, que en alguna ocasión colabora con algunas líneas de código en algún programa libre y que escribe y habla siempre a favor del software libre.
Los que defendemos y promovemos el uso de software libre no tenemos necesidad de atacar a los programas privativos y a sus empresas. Es un mundo que simplemente está derrumbándose por sí mismo, por sus conceptos erróneos y anticuados, por sus constantes mentiras... porque la libertad, al final, siempre es la mejor opción.