Un canon para promocionar la cultura
Ahora que se ha puesto tan de moda hablar sobre el canon, sociedades de gestión, etc, no quiero ser menos y también voy a contribuir con algo más de morralla blogosférica o blogocósica o como se llame.
Siempre me he posicionado en contra del canon, incluso cuando solamente se aplicaba en fotocopiadoras, cintas de video y otros medios más tradicionales, es decir, cuando nadie sabía qué era eso del canon (cuando era un chaval, vaya). Pero ahora me encuentro en una posición incómoda; desde que hablar en contra del canon se ha convertido en sinónimo de música gratis (olvidando el resto de artes como si no fueran cultura) ya no defiendo mis posiciones con la misma vehemencia. Y como me gusta llevar la contraria y crear polémica, pues alla voy: Sí al canon. Toma ya, con un par.
Tranquilos, no se me escandalicen ustedes. Los que me conocen bien ya se imaginarán que aquí hay trampa. ;-) En efecto, mi apoyo al canon va condicionado a una serie de requisitos que ahora mismo están muy lejos de darse. Veamos. Por un lado tenemos el derecho de copia privada, algo que debe garantizarse y potenciarse, y si me dejan incluso me atrevo a decir que lo mismo debería hacerse con los derechos de difusión y de distribución. No me cabe en la cabeza que un particular no pueda crear sus propios discos recopilatorios y ponerlos a la venta, por poner un ejemplo, siempre y cuando se respete la autoría de las canciones. Y por otro lado tenemos la necesidad de promocionar (pagar) para que la actividad de creación cultural no se vea perjudicada. Pero claro, eso hay que aclararlo y mucho.
Para empezar, el canon que tengo en mente debería ser gestionado de forma pública. Nada de sociedades privadas a las que nadie controla (excepto los que sacan tajada, claro) sino una gestión similar a las que se realizan con el I.R.P.F., la Seguridad Social, el IVA y demás impuestos. Las sociedades de gestión sobran, o como mucho su existencia tendría sentido si se comportaran de forma similar a como lo hacen los colegios oficiales. Pero nada de manejar dinero público, que lo es, no se sabe cómo, ni para qué, ni por quiénes.
Ese dinero se debe usar para promocionar la cultura. Aquí no hace falta ser muy listo para comprender que gente como Bisbal o como Boris o como Luis Cobos no necesitan el dinero del canon para seguir "creando". Todo lo contrario, el canon debería pagar ayudas para esos jóvenes que trabajan de camareros o en la obra y por la noche tocan por cuatro duros en algún pub. O para esa señora que escribe después de acostar a sus hijos tras una jornada de once horas. O para las bibliotecas públicas (¿en qué cabeza cabe que las bibliotecas deban pagar?). O para ese señor que intenta vender sus cuadros en el mercadillo y que nadie conoce porque le falta un buen padrino.
Yo, como todo hijo de vecino, pago a la seguridad social y no lo hago para recibir atención médica, ni para mis familiares, ni para mis amigos. Si lo hago es por esos niños con cáncer que me rompen el corazón, por esos abuelitos con alzheimer, por toda esa gente que sufre y que gracias a ese dinero que pagamos pueden luchar por conseguir una vida normal sin que por ello se tengan que arruinar sus padres o sus hijos.
Y por eso quiero pagar el canon. No para que Ramoncín siga viviendo de la sopa boba (que seguro que sin canon puede hacerlo igual de bien) sino para que el colegio de mi barrio, o del tuyo, o del tuyo, pueda dar clases de piano a esos jóvenes talentos que se desperdician un día sí y otro también porque ni ellos mismos han tenido la oportunidad de darse cuenta.