La perversión empresarial no tiene límites
La definición de software libre suele diferir dependiendo de a quién preguntes pero por lo general se coincide en que lo que se intenta es proteger al usuario y darle la oportunidad de que controle sus herramientas informáticas liberándole de la sumisión con su proveedor de software.
Para conseguirlo existen infinidad de licencias, unas más restrictivas que otras, que en resumen permiten al que recibe el software poder usarlo, copiarlo, modificarlo y distribuir esas modificaciones. Entre otras cosas es posible crear negocios con software de terceros, lo que promueve una competencia que resulta beneficiosa para los usuarios finales.
El concepto copyleft aún potencia más esa competencia, obligando a que toda modificación que proceda de un programa libre deba a su vez ser también libre (obligado cuando distribuyes el programa, claro).
Y con los nuevos tiempos y los servicios web aparecieron las licencias tipo Affero que obligan a distribuir el software si ofreces servicios basados en él, siempre con la intención de promover la competencia y de darle libertad al usuario final.
Por eso sorprenden mucho casos como los de OpenERP/Odoo, que consiguen darle la vuelta a una licencia como la AGPLv3 y usarla justamente para lo contrario, para minimizar toda posible competencia y atar a sus usuarios de una forma no demasiado ética.
La estrategia es la siguiente: crear un framework y una serie de librerías junto con una serie de módulos que proporcionan un sistema ERP bastante completo y liberarlo bajo la licencia AGPLv3. Hasta aquí perfecto; aparece una comunidad de usuarios y desarrolladores repartida entre distintos países que extienden el ERP y lo adaptan a una gran diversidad de necesidades.
Pero la empresa creadora del ERP empieza a tomar decisiones cada vez más alejadas de lo que alguien comprometido con la comunidad haría. Se empiezan a realizar modificaciones importantes entre versiones y se deja de dar soporte a las migraciones entre versiones a no ser que se pase por caja. E incluso así el paso de una versión a otra es de todo menos un camino de rosas, lo que provoca que muchos usuarios se vayan quedando en versiones antiguas y desactualizadas.
Por otro lado, la empresa comienza a ofrecer su propio servicio SaaS y usando un doble licenciamiento sobre su propio producto comienzan a ofrecer funcionalidades que ya no son libres sino privativas, aunque el resto de posibles competidores quedan obligados por la licencia a distribuir su código libremente. Es decir, que Odoo puede copiar y usar todos los módulos de la competencia pero estos competidores tienen que desarrollar desde cero las nuevas funcionalidades, lo que les sitúa en una posición claramente desventajosa.
Un flaco favor al software libre, ya que si bien es cierto que en un principio ayudaron y mucho a la creación de un buen sistema ERP libre, sus últimas actuaciones y decisiones están demostrando qué pesa más para esta empresa cuando hay que elegir entre libertad y dinero. La ética a segundo plano una vez más.