La ignorancia pasa factura
Llevo todo el santo día pegándole vueltas a la noticia El implante de chips en humanos, lo último para controlar a los empleados que he leído esta misma mañana y preguntándome cómo es posible que pasen estas cosas. Solamente puedo llegar a una conclusión: la culpa de todo la tiene la ignorancia.
En una gran cantidad de países practicar la eutanasia es ilegal. Las argumentaciones, aunque variadas, se centran en respetar el derecho a la vida. Por otro lado, los que la defienden lo hacen por el derecho a tener una muerte digna. Sin entrar en polémicas, en los dos casos se trata de salvaguardar los derechos de las personas.
Pero qué ocurre cuando hablamos del derecho a la privacidad. El derecho a la privacidad es un derecho humano tan importante como los demás y sin embargo es vulnerado de forma sistemática sin que le importe a demasiada gente. Y lo peor es que se permite usar este derecho como moneda de cambio. No me cabe la menor duda de que los empleados a los que la noticia de arriba hace mención habrán recibido algún tipo de compensanción a cambio de dejarse implantar los chips. Han vendido sus derechos al mejor postor, y lo peor y sorprendente es que al hacerlo de forma voluntaria, se considera totalmente válido y legal.
El derecho a la vida, el derecho a la libertad de expresión... ¿y el derecho a la privacidad? Constituciones y leyes se encargan de proteger los derechos humanos de forma que nadie, aunque sea de forma voluntaria, puede vender esos derechos a un tercero. No puedes ser esclavo de nadie a cambio de un plato de alubias, por mucha hambre que pases. Entonces, ¿por qué puedo cambiar mi derecho a la privacidad por un coche de la empresa, por ejemplo? El derecho a la privacidad cae en un vacío legal.
Es la ignorancia. Ignorancia de los que desprecian sus derechos y les ponen precio. Ignorancia de los que gobiernan y legislan y no tienen dos dedos de frente para comprender que el derecho a la privacidad es un derecho inseparable de la dignidad humana. Ignorancia de los que intuyen el peligro pero miran hacia otro lado. Y lo peor de todo es que la ignorancia, cuando pasa factura, lo hace para todos.